jueves, 7 de febrero de 2013

Una lesión dermatológica: La importancia de vigilar cambios en nuestra piel



Semana Contra el Cáncer

4-10 febrero 2013


Era la última clase de Dermatología en el Instituto Dermatólogico y Cirugía de Piel Dr. Huberto Bogaert. De repente entró una residente e interrumpió la clase para entrar una paciente al salón donde nos encontrábamos.  La doctora le hizo pasar inmediatamente y muy amable le pidió que se sentara y mostrara a todos la lesión por la cual se había aproximado al dermatológico.  Ella, una señora de 67 años, de piel clara, de buena contextura física, buen estado de orientación y alerta, sacó de lo más dispuesta, su pie del zapato, lo tomó entre sus manos para rotarlo y hacer mejor visible dicha lesión.

Entonces lo ví... pequeño, sencillo, inocente y escondido.  Era una mancha hiperpigmentada que se localizaba en la superficie plantar del pie derecho, más específicamente hacia la base de los ortejos.  Apenas lo vi, identifiqué una imagen que había visto hace algún tiempo en el libro de Patología de Robbins.  Era una de aquellas tantas imágenes que nunca piensas que verás en persona... hasta que llega el día de poner a prueba tu memoria fotográfica.

Sólo la miré, una señora mayor que aún mantenía la sonrisa.  “¿Estaría consciente de su diagnóstico?  ¿Sabe que su vida corre peligro?”.  Me cuestioné.  No sé si los otros tres compañeros de mi grupo lo identificaron también o no tenían idea hasta que la paciente salió y la doctora nos aclaró la situación.  Sí sé que mi mejor amiga y compañera susurró a mi lado al mismo tiempo que yo lo diagnosticaba en mi cabeza: "Melanoma maligno". 



“No me duele, ni me pica, nunca he sentido molestia por eso,” nos contaba la señora.  Al parecer muy a gusto de pensar que la ausencia de dolor siempre es mejor, ignorando que un gran porcentaje de los cánceres cursan indoloros, silentes...

“La hija está allá fuera, está sin habla, tragada en llanto”, contaba la residente a la doctora. Ésta a su vez mira a la paciente y le dice: “¿Usted quiere saber que tiene?”, ella contestó afirmativamente muy segura de sí misma y de su fe.  Entonces la Dra. pidió que salieran del curso, y mandó a buscar a la hija de la señora para hablar con las dos juntas, como familia.

“Tres años de evolución”, dijo la doctora.  Lo que para muchos es tiempo suficiente para estudiar un idioma o realizar un pequeño proyecto de vida, para esta humilde señora, podría ser tiempo suficiente para que ya no haya mucho que hacer para garantizarle la vida.  Pues si algo tiene de característico esta patología, es la rápida difusión (metástasis) que suele hacer a diferentes áreas del cuerpo, incluyendo órganos nobles como pulmones, riñones y el cerebro.

Llegó la hija con ojos entrecortados, la doctora nos pidió permiso y salió para poner en práctica las palabras y la psicología que nunca nos enseñarán dentro de las aulas: explicarles la situación a ambas para que entendieran el diagnóstico y las medidas de lugar, empezando por lo más sencillo en este caso: amputarle la pierna. Es una medida que resulta no solo paliativa, sino que también es incierta.  Nada asegura que ya con tres años de evolución no se haya diseminado a cualquier parte de su cuerpo, a seguir complicando las cosas hasta robarle su último aliento.

Nuestra piel es un órgano como cualquier otro, el más extenso y el primero que muestra indicios del paso de los años.  Tenemos la dicha de que cualquier anormalidad que le afecte, a diferencia de los órganos internos, podemos evidenciar con nuestros propios ojos si algo anda mal.  Sin embargo, concentrados con los afanes de cada día, no nos prestamos la más mínima atención.  En la mañana nos miramos al espejo, y quizás no hagamos más que eso: mirarnos.  Debemos ser más capaces de observarnos y apreciar cada detalle del cuerpo.

Lo que sabemos es que quizás todo hubiese sido diferente si, hace tres años, al ver que apareció en su piel algo que no estaba, y que se veía muy raro, hubiese ido a pedir una opinión médica. Tal vez le habría garantizado la vida, o por lo menos un mejor pronóstico.










Cynthia Then

Coordinadora Local de SCOPH (2013)
Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU)

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